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Más de 35 médicos para llegar a ti

Actualizado: 4 jun 2018


19 de marzo de 2015 - Fundación Cardiovascular de Colombia, Bucaramanga


Mi primer síntoma fue debilidad en mis tobillos, caminaba y se me doblaban y como consecuencia me caía, así que en busca de una solución arranqué mi safari medico por los ortopedistas. Visité a 4 de ellos, sin embargo, después de radiografías, resonancias y terapias, la ilusión de encontrar la causa a mi extraña dolencia se esfumó, nada había servido y por el contrario ahora la sintomatología era más intensa. Continuando con mi búsqueda llegue a los fisiatras, con ellos nuevos exámenes y como componente adicional, infiltraciones, nuevamente sin ningún resultado. Seguí con mi tour médico y llegué a los reumatólogos, una nueva cita en la que desnudaba mi alma con la ilusión desmedida de encontrar la causa a tanto dolor, pues bien, los héroes de la historia no fueron ellos, ni los vasculares, ni los anestesiólogos, ni los neurólogos.


Sin pistas, con falsos diagnósticos y la desesperanza como protagonista, todo continuó empeorando, de un momento a otro la vida se puso borrosa, algo se estaba robando mi nitidez visual, en ese instante la vida me resultaba una condena y sentía que nadie había leído mis derechos, sin embargo saque la reserva de fuerza que aún me quedaba y empecé a buscar la razón por la cual ahora mis ojos eran víctimas del desastre en que se había convertido mi vida. A mi listado de médicos se sumaron oftalmólogos, especialistas en retina, cornea, glaucoma y además, neuro-oftalmologos, según ellos un tumor o una aneurisma podían ser los causantes de mi visión borrosa. Pero estos tampoco existían.


Esos golpes causaron tantas heridas que estas tardaron mucho tiempo en sanar, pero que ahora son dignas de narrar, realmente me habían arrancado el alma y el corazón, mi cuerpo totalmente quebrantado dejó de creer en la medicina tradicional y busqué otras alternativas, apiterapia, imanes, masajes sanadores, acupuntura y demás, y al final con los mismos resultados: NADA.


La dirección equivocada de mis pasos ahora me llevaba a psicólogos y psiquiatras, queriendo creer en algo, quise pensar que todo lo que me pasaba era invención de mi mente, pero el destino seguía mostrándome que la vida no viene envuelta en papel regalo y está aún no me quería dar la sorpresa de saber el nombre que llevaba dos años buscando.


El 17 de marzo de 2015 sonó el teléfono, era una llamada para recordarme que al día siguiente tenia cita médica con neurología, ya había pasado por esta rama de la medicina, incluso ya había pasado por ese consultorio, sin embargo en una decisión que no fue mía, terminé nuevamente relatando mi drama en versión editada, estaba realmente agotada de la misma dinámica, sin embargo, esta vez todo se sentía y se veía diferente, él solo dijo: “Silvana, debo hospitalizarte”, oír eso me dio la certeza que nunca había experimentado, el corazón me decía que había llegado el momento de conocerte.


Al día siguiente, entré a un resonador tan frió como se encontraba mi alma, cuatro horas después salí de ese tubo ruidoso, al abrir mis ojos y como en un acto de magia la enfermedad apareció. Esclerosis Múltiple Recaída Remisión, a mi lado todos se derrumbaban pero yo en cambio sentía que desde ese momento empezaba mi reconstrucción. Con el diagnostico todo mejoró, empecé a ver la vida nítida en todos sus sentidos. Hoy guardo en mis cicatrices, mis raíces y entiendo que nada fue casualidad, todo llegó y también se fue en el momento correcto.


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