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La pregunta que me inspiró


Un pequeño resumen de mi tour por las hospitalizaciones

Me han preguntado muchas cosas sobre mi esclerosis ¿Cómo apareció? ¿duele? ¿Qué es lo más difícil? Sin embargo, hace unos días alguien genuinamente me preguntó, ¿Qué te ha enseñado la enfermedad?, tras unos segundos de silencio descubrí que las palabras no tenían la capacidad de expresar tanto sentimiento. En ese instante, abrevié mi respuesta y solo dije “La esclerosis me enseñó a vivir”, y aunque cierto, es corto e injusto con la realidad.


Hoy agradezco ese encuentro y esa pregunta pues se convirtió en musa de estas nuevas letras. Para hablar de enseñanzas debo remontarme a los inicios de la enfermedad, esos que estuvieron llenos de dolores obstinados del cuerpo y el corazón, noches de angustia y desolación, días llenos de contradicciones y miedos. La vida sin piedad me arañó el alma.


Con el paso del tiempo y después de encaminarme en una búsqueda personal dirigida por Dios, entendí que mis dolores no fueron un error, ellos le dieron templanza a mi cuerpo y a mi espíritu. Con el tiempo y gracias a mi fe, le encontré sentido a las dificultades y entendí que nada fue al azar, todo tuvo un propósito y un sentido.


Hoy agradezco la salud que tuve y la que tengo, entendiendo desde el amor que mi cuerpo cambió, vivo con una discapacidad, lo que no es un adjetivo calificativo, es una condición que me acompaña pero no me determina. Me veo tal cual soy, con defectos y virtudes, no pretendo ser un ejemplo para nadie. El desafío es construir una mejor versión de mi cada mañana.


Cada pérdida que he vivido tiene una historia y estoy segura que una razón. La enfermedad me conectó con la grandeza de Dios y su infinito amor. Aprendí a valorar las alegrías de lo cotidiano, empecé a forjar mi nueva vida desde el agradecimiento y la fe, el dolor se convirtió en una herramienta de construcción que me permitió reconóceme como un ser vulnerable que requiere el apoyo y la ayuda de los demás.


Con el paso del tiempo y, con el alma y el corazón fortalecidos, aprendí a sobrellevar los caprichos de la enfermedad, ella, me enseñó que la calma y la tranquilidad son el antídoto perfecto para la frustración. Hoy acepto lo que puedo hacer y lo que no, vivo con amor mis tempestades y también mis calmas.


La esclerosis cambió el relato y el sentido de mi vida, hoy amo, sueño y vivo más.


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